martes, 11 de febrero de 2014

Pastel de San Valentín (Red Velvet)



No suelo dejarme llevar por la fiebre consumista que caracteriza este tipo de festividades, independientemente de que sean importadas o no (cosa que realmente no me importa en absoluto). Pero me encanta tener alguna cosa para celebrar. 

 


Y para mi, celebrar, significa hacer un pastel y compartirlo con las personas a las que quiero. ¿Qué puede haber más “Sanvalentinero” (si me permitís la palabra inventada) que compartir con los seres amados, un dulce hecho con amor? Seguramente alguno conteste: “un pastel de Red Velvet”… Así que hagamos un Red Velvet muy rojo y muy romántico.

 


Ingredientes:

110 g de mantequilla
300 g de azúcar
2 huevos
2 cucharas grandes de cacao sin azúcar
1 cuchara pequeña de colorante rojo en pasta
1 cuchara pequeña de vainilla
240 ml de leche
1 cuchara de zumo de limón
300 g de harina
2 cucharas pequeñas de impulsor
Y para la crema de queso:
75 g de mantequilla
100 g de azúcar glasé
100 g de queso blanco tipo Philadelphia
Unas gotas de vainilla
Fondant para decorar




Preparación:

En primer lugar tenemos que cortar la leche con el limón, para formar algo similar al buttermilk, que lo substituirá en la receta. Para ello simplemente los unimos y los dejamos reposar 5 minutos, mientras encendemos el horno a 170º C y comenzamos a preparar la receta.
Batimos la mantequilla a temperatura ambiente con el azúcar hasta integrarlo completamente. Añadimos los huevos y la vainilla sin dejar de batir.
Tamizamos la harina con el cacao y el impulsor (polvos tipo Royal) y la añadimos a lo anterior, pero mezclando, no batiendo. Incorporamos la leche cortada y por último el colorante que le dará a nuestro pastel ese bonito color rojo.




Es importante utilizar un buen colorante. No sirven los colorantes líquidos, ni en gel, porque tendríamos que usar demasiada cantidad y aún así no obtendríamos el color deseado. Tiene que ser un colorante en pasta concentrado (yo utilizo el de Sugarflair). Además, la medida que pongo en la receta es orientativa: podéis poner más o menos según observéis el color que vais obteniendo.




Ahora pondremos nuestra mezcla en un molde de horno previamente engrasado con la forma que más nos guste (yo usé un corazón porque ¿qué otra cosa podía usar en San Valentín?) y horneamos a 170º C hasta que al pinchar el bizcocho con un palillo éste salga seco (lo que llevará una media hora). Lo dejamos reposar 10 minutos en el mismo molde y tras desmoldar sobre una rejilla, lo dejamos enfriar completamente.
Mientras tanto preparamos la crema de queso, para lo cual tenemos que mezclar en la batidora la mantequilla a temperatura ambiente con el azúcar glasé tamizado, durante al menos 5 minutos, o incluso más (por eso es mejor usar batidora, a no ser que nuestra intención sea tener unos músculos de escándalo en los brazos). Una vez la mezcla toma un color blanquecino y es completamente homogénea agregamos la vainilla y el queso frío y continuamos batiendo hasta obtener una textura suave.

 


Ahora cortamos el pastel en dos para rellenarlo con parte de la crema y lo cubrimos con el resto, con mucho esmero, para que nos quede una superficie lo más lisa posible. Si dejamos imperfecciones, al cubrir con el fondant, éstas se notarán y no quedará bonito. Aunque, claro, también podríais hacer más crema de queso y cubrirlo simplemente con ella, que es la forma más tradicional.




En mi caso, después de llevar el pastel a la nevera, al menos por una hora, quise usar fondant rojo para cubrir el corazón, agregarle una cinta de fondant blanco para la terminación, unos corazoncitos y un osito que hice con fondant de diferentes colores. Espero que os guste.

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