domingo, 7 de diciembre de 2014

Galletas de jengibre (Gingerbread cookies)


¡Qué poquito falta para Navidad! Adoro esta época del año, es la mejor para disfrutar con niños y es la mejor para hornear. Y entre las muchas cosas típicas para hornear en estas fechas, están las galletas.


Cierto es que las galletas de jengibre son una tradición importada, pero están taaaaaan buenas, que no nos podemos resistir. El decorado de las galletas no es una tarea apta para todo el mundo; requiere mucha paciencia, mucho tiempo y bastante habilidad. Pero siempre pueden hacerse decorados sencillos con lápices pasteleros, o no decorarlas en absoluto y disfrutar simplemente del delicioso aroma y sabor de estas galletas especiadas. La receta está ligeramente adaptada de la que hacen las chicas de Mensaje en una galleta (que son lo más de lo más en el “mundo galletil”), y de más está decir que aunque a mí me dio por hacer renos, cada uno puede utilizar el cortapastas que tenga en casa o el que se le antoje comprar, que lo importante no es tanto el aspecto que tengan como que luego nos las podamos comer y las disfrutemos.


Ingredientes:
100 g de azúcar moreno
75 g de miel
200 g de mantequilla a temperatura ambiente
1 huevo pequeño
400 g de harina
1 cuchara pequeña de nuez moscada
1 cuchara pequeña de jengibre
2 cucharas pequeñas de canela


 Preparación:
Comenzamos por triturar el azúcar en el robot, para que quede lo más fino posible y luego no lo notemos al morder las galletas. Si nos gusta sentir la textura del azúcar al morder la galleta, este paso nos lo podemos saltar. Unimos el azúcar con la mantequilla hasta que quede integrado y agregamos la miel y el huevo. Mezclamos y añadimos la harina. Por último las especias. Formamos una bola de masa, la tapamos bien y la dejamos reposar en la nevera durante 1 hora. Estiramos la masa con un rodillo de niveles o utilizando unas guías para que nos quede de entre 0,75 y 1 cm de alto. Volvemos a enfriar la masa unos 15 minutos. Cortamos las figuras con el cortapastas que elijamos y volvemos a enfriar otra vez las galletas cortadas en la misma fuente en las que las vayamos a hornear. Los restos de masa podemos volver a estirarlos y repetir el proceso. Finalmente horneamos a 180º C durante unos 10 minutos, aunque esto depende del grosor y el tamaño de las galletas que formemos, es decir que tenemos que vigilarlas y sacarlas del horno cuando comiencen a tomar color por los bordes. No debemos sobrehornearlas, para que no queden duras. Las dejamos enfriar sobre una rejilla y si nos atrevemos mientras tanto preparamos la glasa con la que decorarlas. 
 

 Pese a que sé que quienes leen mis recetas no son profesionales de la pastelería (ni yo tampoco) y por lo tanto no tienen en casa ingredientes como albúmina en polvo, si queréis hacer la glasa, os recomiendo muy encarecidamente que compréis un tarro. ¿Por qué? Porque la opción “casera” es utilizar clara de huevo, que al hacer la glasa quedará cruda, con el peligro que ello supone. Además este tipo de galletas solemos hacerlas unos días antes de consumirlas, lo que aumenta el riesgo. Si utilizar este tipo de ingredientes os parece un engorro o no sabéis donde comprarlos, repito que siempre podéis usar lápices pasteleros (que hoy en día venden en casi todos los supermercados) o dejar vuestras galletas sin decorar, o con un leve toque de azúcar glasé. Para las que os atreváis, por cada cuchara grande de albúmina necesitaréis unos 30 ml de agua y unos 200 g de azúcar glasé, aunque las cantidades pueden variar dependiendo de la densidad que queráis que tenga, lo que a su vez depende del tipo de decorado que queráis hacer. Y por supuesto, luego hay que teñirla con colorantes comestibles. Sí, lo sé, el decorado “tira pa’ atrás”, pero atreveros con las galletas a secas que valen la pena.

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